lunes, 22 de agosto de 2011

TALLER DE IMPLEMENTACIÓN PASTORAL ARQUIDIOCESANA


Iniciar una nueva etapa pastoral en las actuales circunstancias históricas

En este mes de agosto, en  nuestra Arquidiócesis, se llevó a cabo un curso taller de implementación pastoral como un esfuerzo orientado a profundizar y llegar con el anuncio del Evangelio a todos los hombres de nuestro tiempo, quienes muchas veces viven llenos de esperanzas pero a la vez perturbados con frecuencia por el temor y la angustia. Este taller significa, sin duda alguna, un servicio que contribuye a la evangelización dentro de la comunidad cristiana, al ver las necesidades y expectativas de una multitud de hermanos que esperan de la Iglesia la Palabra de salvaciCn.
La Iglesia está en constante misión. Ella tiene viva conciencia de que las palabras del Salvador: "Es preciso que anuncie también el reino de Dios en otras ciudades" (Lc 4, 43), se aplican con toda verdad a ella misma al hacer eco las palabras de San Pablo quien predicaba: "Porque, si evangelizo, no es para mí motivo de gloria, sino que se me impone como necesidad. ¡Ay de mí, si no evangelizara!" (1Cor 9, 16).
Esta preocupación constante de la Iglesia Universal, es preocupación de nuestra Arquidiócesis que quiere confirmar una vez más que la tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia; una tarea y misión que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual hacen cada vez más urgentes. Evangelizar, por tanto, constituye la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Porque ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, para reconciliar a los pecadores con Dios, para perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa. Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad: "He aquí que hago nuevas todas las cosas" (Ap 21,5).
Pero todo esto implica planificación, diálogo continuo y concertado sobre experiencias pastorales, capacitación en metodologías, y todo cuanto ayude a lograr los objetivos propios de la misión de la Iglesia pues ella es depositaria de la Buena Nueva que debe ser anunciada. La Arquidiócesis de Trujillo, teniendo en cuenta esta necesidad, ha iniciado hace cuatro años el Proyecto Pastoral Arquidiocesano y desde entonces, tanto laicos y sacerdotes, se plantean métodos que permitan a las parroquias un trabajo coordinado en beneficio de la Evangelización.
En esta circunstancia el Padre Arturo Purcaro, sacerdote de la Orden de San Agustín, llevó a cabo el taller de Implementación del Proyecto Pastoral Arquidiocesano, en el Seminario Mayor San carlos y San Marcelo, dirigido a los párrocos de nuestra arquidi3cesis. Aprovechando esta actividad le preguntamos ¿cómo ve la situación de la Iglesia en el Perú en el siglo XXI? y respondió que ve a la Iglesia siempre viva, con mucha actividad y prueba de eso es que abundan las vocaciones en comparación a años anteriores donde el clero era mayoritariamente extranjero; además los laicos apoyan cada vez más por medio de grupos y movimientos.
Y eso recalcó una y otra vez a los párrocos que participaron de este taller, motivándoles a que no quepa en su vocabulario la palabra “cómo será”, sino que estén aperturados a encontrar soluciones mediante el diálogo común, compartiendo las dificultades vividas y sobre todo las estrategias empleadas para la solución de algún conflicto pastoral hallado en la vida parroquial. Sin embargo, como cada realidad presenta sus propias características, el trabajo comunicativo pastoral debe ser zonificado para una mayor y mejor cobertura. “Aquí son indispensables los laicos, y dentro de los laicos: el mensajero”, expone, resaltando que el mensajero es quien visita las familias dando a conocer las actividades parroquiales que se realizarán, es quien da el mensaje de la parroquia, el que conoce a sus vecinos y el que está solícito a colaborar con alegría. Pero, puntualiza, que haya un mensajero por cada 10 familias.
¿Y qué es una zona? Una zona es un territorio compuesto por un grupo familiar de no menos de 50 familias ni más de 150. Esto depende de la realidad de cada pueblo, nos explica el Padre Arturo, por eso es necesario agenciarse de recursos básicos como datos censuales de población, planos, etc., con lo cual dar inicio a la zonificación de la parroquia. A su vez cada zona debe contar con sus dirigentes y sus mensajeros para poder hacer lugar de encuentro con Dios aquellos momentos, fechas y actividades que son causa de reunión de personas. Pero, advierte, no se puede iniciar un trabajo eficaz si no se tiene en cuenta los siete criterios de la labor pastoral que son: siempre invitar a todos, apoyar la acción de Dios en su pueblo, ponerse al alcance del más sencillo, distribuir responsabilidades al mayor número de personas, no destruir nada de lo que existe, siempre caminar juntos y partir del futuro deseable y querido. Estos criterios permitirán fortalecer la idea de comunión que es el eje de nuestra identidad cristiana, porque compartimos una misma experiencia que es la experiencia de Dios, la que a su vez nos permite entender la relación Jesús-Dios, porque se es más cristiano cuanto más se es sociable. Jesús lo manifestó al estar al servicio del prójimo, de la persona humana, que es el corazón del mundo.
De este modo, la Arquidiócesis prepara a los párrocos en la tarea del Proyecto Pastoral Arquidiocesano. Y antes de finalizar, le hacemos una última pregunta al Padre Arturo: ¿No le parece que los seminaristas tendrán una tarea más difícil cuando sean sacerdotes ya que vivimos un relativismo que parece acentuarse? “Cada época tiene sus retos y sus desafío, pero también tiene sus dones. Los jóvenes de hoy son personas más abiertas, que miran las cosas desde otra forma”, responde y agrega que no podemos dejar de decirles que Jesucristo los ama y los necesita, y si sienten la llamada de Dios en el servicio a la sociedad, pues que se preparen bien para esta tarea. La tarea de poner todas las fuerzas en este Proyecto Pastoral, que es un proyecto de nueva evangelización.

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